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Aprendiendo a Hacer Literatura

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Sitiados

domingo, 12 de agosto de 2007

Hacía casi 24hrs que no podíamos ver la luz del sol. El calor era sofocante y la situación se nos había tornado muy dura. Si bien teníamos provisiones para aguantar un tiempo más, no lo era mucho. Eramos 5 jóvenes en un espacio oscuro y reducido. El algodón para nuestros oídos casi no alcanza, y definitivamente las lapiceras y el papel escaseaban. Al único lápiz que teníamos se le había roto la punta, y ya casi no nos podíamos comunicar. Por más fuerte que habláramos, no nos íbamos a escuchar, y tampoco nos convenía mucho; allá afuera tenían el oído mucho más agudo que nosotros, eran más, y sus miembros no estaban entumecidos por las horas de sedentarismo. Además podía adivinar que la luz a nuestros ojos, ya tan acostumbrados a esa horrible oscuridad, haría estragos, y estaríamos, aparte de entumecidos, ciegos, en completa desventaja contra ese ejército. Marcos y Julián se comunicaban por señas; habían sido compañeros de escuela, y en poco tiempo recordaron ese sistema, que los había entretenido por tanto tiempo en la infancia. En charlas anteriores, los podías oír cómo recordaban con amargura esos tiempos, cómo se entristecían de que ahora el mundo estuviera divido por una verdadera causa popular. Que la iniciativa de salir a las calles hubiera sido espontánea. Que esta vez no se peleara por una empresa, por un interés de un capital, de un grupo de presión, de un megalómano cualquiera, que se peleara por el bien, y la verdad, la filosofía y la literatura. Por creer en un mundo mejor leído. "Esta es una guerra más justa, pero a su vez más encarnizada", repetía Marcos. Marcos, Julián, Jorge, Lucas y yo estabamos convencidos por lo que luchábamos, al igual que cientos de jóvenes, viejos, y gente de letras en el mundo entero. Una crisis inusitada se había desatado en todo el mundo, porque a un grupo de revolucionarios se les dio por soñar, y por convertir ese sueño, esa verdad literaria, en un pedacito más de la realidad. Porque a la gente, en un afán más libre que otra cosa, se le había ocurrido hacer justicia contra una de las grandes encarnaciones del mal en el mundo, y algunos habían decidido defenderlo. Defender la mentira, pero sobre todo, la mala literatura.
Al rato les movieron una piedra que les hacía de escondite, apuntando uno con una lanza, pues era el único arma con el que podían realmente dañar a alguien en su poder, y otro destapándose los oídos, preguntó, ya feliz de no escuchar románticos latinos, quién vivía.
"Las hemos desplazado. Volvieron a los centros comerciales, donde anidan y hacen cuartel. La ciudad está devastada. Vengan con nosotros al sótano, que parecen malheridos"

Lo acompañaron, a él y a su tropa, al sótano de una pequeña librería con olor a viejo, en donde se cruzaron con varios compañeros.

Etiquetas: argumento, una historia

posted by Diego at 23:44 0 comments

Argumento para un cuento, o para una novela corta, si nos ponemos exquisitos

Es una nación del caribe, que se alza en una revolución, en donde el gobierno que se impone, impone el realismo fantástico como forma de gobierno. A pesar de que la crítica no señale que esa corriente haya tenido jamás aceptación en el caribe, los revolucionarios se muestran optimistas. Aun así, implantan la moral (junto con un plan de alfabetización) de que el mundo es un juego perverso en el que las cosas pasan porque sí. Convierten las iglesias en clubes de lectura para los chiquitos, en donde les cuentan cuentitos y fábulas, de una piedra en el medio oriente, un carpintero loco por esos lados también, un flaco que abría los mares, vikingos, piratas y magos. Los chicos salen con una cultura general increíble, pero no tienen la más puta idea. El shock es gigante cuando hablan con un extranjero.
Por la calle pasan leones y tigres, para sorpresa de los turistas y desgano de los nativos, que están podridos de la rutina.

Tienen formas bizarras de adquirir fondos: un par de veces venden "memorabilia" de la revolución, de forma encubierta. Digamos que en un discurso, al gobernante se le vuela el sombrero. El turista, un europeo anónimo, lo agarra de casualidad y todo el mundo lo ve (el mundo en general está interesado en esta nación, porque le parece muy pintoresca). Luego, aprovechando la histeria general por productos de la isla (como no podía ser de otra forma), vende carísimo ese sombrero por ebay. Mientras que la gente piensa "qué hijo de puta este, la guita que se hizo por esta boludés", él pasa los fondos al estado este y el estado construye escuelas y subsidia ocupaciones extrañas. Siempre es uno distinto. Este negocio tiene la particularidad de, no sólo generar fondos directos al estado, sino que también fomentar el turismo, de gente que ve ese tipo de cosas, y quiere también que le pase algo de eso. Además, con cada operación exitosa, el Servicio Secreto de la Nación, levanta enormemente su moral, haciéndose más eficiente y feliz.

Aparte de los buscavida que van a estar a la caza de la "memorabilia" (que nunca van a agarrar, porsupuesto), los profesores de letras del mundo van a veranear ahí, a veces hasta subsidiados por el gobierno. Los estudiantes de esa nación, a la que hay que buscarle un nombre sonoro, sueñan con viajar a París. Los que viajan (que son muchos), son frecuentemente detenidos a orillas del Siena, teniendo sexo con alguna mujer que se hace pasar por linyera que anda ahí. También toman vino, escuchan jazz y se les mueren los hijos, pero sólo los de nombre largo que nacen en Francia.

El sueño del país se acaba cuando Paulo Cohelo visita la isla, y es brutalmente asesinado por una turba enardecida de turistas y nativos, cuando intenta entrar a una universidad. El Brasil pide desesperadamente un culpable, y el gobierno no puede culpar a todos (No se Culpe a Nadie, replica el canciller), y el Brasil invade. Hay grandes debates en ese país sobre si lo que se hizo estuvo bien o mal. Las ciudades se convierten en un verdadero caos, donde la violencia está a la orden del día, y la lucha entre Cohelistas y Gente se hace sin cuartel. Autos en llamas, comercios destruidos, atentados a librerías. Cunde la histeria. Matrimonios se separan, hijos se pelean con sus madres, maestras de escuela aparecen muertas. Una coalición de mujeres menopáusicas se manifiesta en todo el mundo (antes de la invasión y durante), para pedir la cabeza de los gobernadores realistas, y de todo su pueblo, al ritmo de Ricardo Arjona y Celia Cruz. Tienen encontronazos con contramanifestaciones que responden violentamente a esos pedidos, haciendo también cundir el pánico en el resto de latinoamérica y en España. Alejandro Sanz hace un llamado a la Paz, por televisión, y aparece muerto en su bañera al otro día. El gobierno que estaba en el poder cuando la invasión a la isla, pierde las elecciones al período siguiente dado que "no tienen tantas mujeres menopaúsicas", señalan los polítologos.

El mundo, al tiempo, se estabiliza y sigue igual, pero la nueva generación de jóvenes tiene un nuevo enemigo, aparte de esta serie de "filósofos", que es la corriente reivindicatoria de lo grande que fueron. Se cocina otra crisis. Chis, pum, fuera. Termina "y plaf se acabó".

Etiquetas: argumento

posted by Diego at 21:42 0 comments

Diálogo a la madrugada

-Ustedes son una telenovela –dijo con una sonrisa amarga y le dió un trago a su bebida- ¿No te das cuenta? ¡Así no vamos a ningún lado, viejo! Son otro par de pendejos, pero ustedes no salen en la tele.
El alcohol parecía darle una cierta digindad. La bebida pobremente preparada y más pobremente servida le daba calor. Ya amanecía, y parecía no darse cuenta. Miró de nuevo esa botella de medio litro ya vaciándose, que contenía el elixir de su patética dignidad. Qué cara que había que tener para, después de darle un beso a un whisky con coca tibio, servido en una botellita de las plásticas pequeñas, soltar descalificativos. Él, por cierto, era muy consciente de ésto, pero le importaba muy poco.
-Qué se me vienen a hacer los grandecitos, los liberales, los maduros, los "mis problemas son más importantes que los tuyos, y yo soy mejor que vos porque sí y soy más vivo, más todo, y tus problemas -como los del resto de los mortales- son simples boludeces cuando se los equipara a los míos, porque mi sufrimiento vale más que el tuyo, porque siempre estás triste y no sé qué carajo más", los que la tienen tan clara, si al final terminan llorándome los dos en la puerta de casa, uno haciéndose el que no le duele y la otra haciéndose la víctima, o vice versa, y se me mueren por una llamada de teléfono, un buzo de tal o cual color, una carta o lo que les venga en gana que sea un mensaje del otro. Al final vuelven siempre, aparte.
-Sí, viejo, lo que digas... -le dijo su interlocutor, con la extrañeza que tienen aquellos que no entienden de lo que se está hablando- supongo que tenés razón.
-¡Pero claro que tengo razón! Aparte se creen que lo suyo es tan fuerte, y tan único y tan especial, pero vos ves, que una o dos veces en el mes (andá a saber a cuál le viene ahora, con lo histéricas que son), vos estás tranquilito mirando al techo, por hacerte un café y suena el teléfono, o el timbre y le ves la cara o le escuchás la voz al que fue y -"¡PLAF!" tiró una botella de vidrio, que se estrelló contra el piso- como los vidrios papá, como los vidrios, todos rotos y desamparados.
-Pará máquina, no armés relajo por acá que puede caer la cana y es un embole.
-Y si los huelo (porque a los canas los olés) rajo como ya hice tantas veces, y como hacen el par de cornudos estos cada vez que me rompo el orto para arreglarlos. Lo más terrible es que no me nace hacérles una maldad, nunca. Los hijos de remil puta son muy lindos juntos como para joderlos y no consolarlos cada vez que me tocan la puerta. Supongo que yo también soy un cornudo en ese sentido -sentenció-, y vos no te amotinés con la botella, que también quiero, viejo.
-Sí, perdoná. Rematala que no le queda nada.
Acto seguido le dio un trago bien largo a la botella, y la terminó. Tal vez era demasiada bebida para él, porque empezó a arrastrar la lengua de una manera estrafalaria, y ya sólo se le entendían la mitad de las cosas, que tampoco tenían tanto sentido ni eran tan importantes, al menos en ese contexto y a esa hora. Siguieron caminando, apretaron el paso y bajaron la voz cuando escucharon que se venía una camioneta de policía, pero ésta no les hizo caso y siguió su camino. Ya era de día, y sí, se habían dado cuenta. La apertura de sus ojos (estaban achinados, como dicen), indicaba que los individuos daban cuenta de la luz. Siguieron caminando, y justo llegaron a la casa del primero, el que hablaba.
-Bueno, hoy estamos a siete, ¿no? -el otro movió afirmativamente la cabeza- A la turra esta le va a venir y ya la voy a tener en casa llorando, así que me voy a dormir, que es mejor agarrarla descansado y darle bolilla porque si no me hace un desastre con todo. No' vemo', tchau!.
-Salut ! -saludó el otro, haciéndose el francés y se fue, ebrio como estaba a la casa. El viernes que viene habría una escena parecida, lo presentía.- À bientôt !

Etiquetas: otro texto que pintó si bien el principio es viejo

posted by Diego at 16:05 0 comments

Relato Fantástico

De pronto, mientras volvía en su auto, luego de haberlo insultado más de lo que se merecía, comenzó a sentir de golpe y con furia las pedradas multitudinarias de una lluvia inusual sobre el techo del vehículo.

"¡La putísima madre que lo parió! ¡Pingüinos de punta! No eran chocherías de mi abuela, vieja zorra que es." Dijo, y el auto se le detuvo. Cuando bajó, tenía un par de pingüinos entre las ruedas. Si bien no era la primera vez que atropellaba a un animal, esta vez no sentía culpa. ¿Quién los mandaba a lloverle de punta sobre su auto? De cualquier manera, los tiró en la heladerita que guardaba en el asiento de atrás del auto (una heladerita de camping), que había quedado casi vacía, después de haberle aventado a él, su complemento y a la vez antagonista (el cerrajero de Libertador y Mercedes, a su vez su amigo) la casi totalidad del contenido de la misma a su puesto y a su cara. A pesar de que sabía el negoción uque se iba a hacer con los pingüinos, llenó la heladerita y otra más que tenía con un dejo de culpa, puso el vehículo bajo techo, y esperó a que la lluvia parara.
"'Ta brava la lluvia, eh" Le dijo el de la estación de servicio en la que había refugiado su auto. "Sí, ¿vio? ¿quién iba a decir lo' bichito' esto' pesaran tanto? Mire cómo me dejaron el capó. De suerte que no me rompieron un vidrio." Contestó.
"E' una barbaridá' le digo, una barbaridá. Nunca visto, ¡nunca!". Así terminó, para nosotros, el diálogo con el pistero. En realidad charlaron sobre más cosas (la lluvia fue larga, cuando terminó de llover pingüinos, tuvo que llover un par de horas mucha agua, mucha como para salir en auto, para limpiar el desastre que habían hecho los pingüinos).
Al otro día, cuando salió a trabajar, vio en la portada del diario un puesto de cerrajero flotando por Libertador hacia el lado del Palacio, por la bajada, con un par de pingüinos agarrados. Su horror estaba completo.

Etiquetas: ¿corregir?, ¿terminar?, fantástico, Tareas

posted by Diego at 14:22 0 comments

Teoría y Cháchara

"No hay nada más práctico que una buena teoría, ni nada más impráctico que confundir teoría con cháchara"

Una buena teoría, entendida como un modelo, es como una herramienta práctica, a la hora de hacer cualquier cosa. Digamos, es más fácil cocinar una hamburguesa conociendo cómo (aquí entra en juego la teoría), que hacerlo por instinto. No estamos nacidos para trabajar con fuego, sartenes, ni carne picada.
La cháchara, a la hora de hacer cosas, no puede ser adoptada como modelo, sino que debe ser usada (si debe ser usada) como un paso, una herramienta más. En rioplatense: "gana minitas". Esta expresión, aparte de expresar que facilita la conquista de seres del género femenino, para la posterior recreación del apareamiento, expresa algo muy humano (también), que es eso de soportar cosas que no son tan buenas en principio, ni les tenemos tanto afecto, ni nos generan tanto placer, y hasta a veces disgusto, para llegar a un bien mayor. Discos de Maná, ropa incómoda, limpiar histéricamente la casa, decir boludeces que suenan a teoría, es todo parte de lo mismo. Mientras se utilicen estas cosas como herramientas todo va a estar bien, pero no podemos, NI DEBEMOS, construir ni justificar nada a partir de estas herramientas, que no son más que un elemento secundario a la teoría.
Claro que podemos vivir sin hacer elevadas teorías, ni postular grandes argumentos para todas nuestras actividades, pero de seguro que, queriendo postular cosas a partir de la cháchara, y aplicándolas, no vamos a poder vivir. Bien, al menos.
La cháchara sólo sirve para pasar el tiempo, digamos. No llegamos a ningún lado.

Etiquetas: ¿ensayo?

posted by Diego at 14:05 0 comments

Sonoridad

  • Texto sobre la flacura en el que abunden palabras sonoramente "flacas".

Irina imparte impías clases de aeróbicos. Si de ella dependiera, todo se conjugaría en condicional simple, y "aeróbicos" no tendría o. Obsesiva con la flacura, seguía histeriquísimas dietas, y un estricto régimen de diminutivos y tildes en la i., que llevaba como parte de su simbología en su magra biología. La flacura, como criterio, le cegaba la vida, así como pluma, aferradísima y, por qué no desprolijísima. Esperanza de una grandeza, chiquitísima, al igual que su rutina.

  • Texto sobre la flacura en el que abunden las palabras sonora y semánticamente flacas
Miraba con los ojitos chiquititos, allá a lo lejos finísmas liniecitas que más o menos se curvaban. Una era un hilo, la otra un hilito en la bellísima y tenuísima luz. Con una ternura tal contemplaba, que sus ojitos se érdían, sabía que los ojos de su cumpañía se ceñían acusadores, dejándole finitos finitísimos espacitos chiquitítos para que maniobrase un tímido como Luisito.
"Luisito, jovencito, las lucecitas no son mujercitas delgaditas"
"Quién lo diría, muchachito"

Etiquetas: en "clase"

posted by Diego at 13:34 0 comments

Hombres, mujeres, excepciones

Si bien le reconozco razón al adagio que dice que el hombre es un animal de costumbres, la mujer, en cambio, no.
¿Acaso no murió Freud, padre del psicoanálisis, y del so called "conocimiento del humano" diciéndo que aun no las entendía? Objeciones aparte que se le puedan hacer al personaje, comparte lo que muchos hombres pasaron: "Flaca, ¡No te entiendo!".
Está en la costumbre, en la repetición y la concienzuda observación de las mismas la puerta a la ciencia y al conocimiento como lo sabemos hoy normalmente. No podemos crear un modelo de comportamiento femenino.
Piensen que, la única costumbre que tienen, es la de una vez al mes tirar todos nuestros planes al carajo. Y además, el hombre que se decida a buscar entender a las mujeres, se irá topando, Ley de Murphy mediante, con esas que no son como todas.

Etiquetas: en "clase"

posted by Diego at 13:27 0 comments

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    Barra de Valizas, año 2007

    Me llamo Diego, tengo 17 años y me gusta leer cosas.

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