Después de años de experiencia, he llegado a la conclusión de que nada es seguro. Como decía Julito, uno se cree que tiene la pera de fierro y de repente se la hacen sonar de una piña. Y sí, no importa cuán lejos lleguemos, cuántas cosas hagamos, miremos, leamos o dejemos de leer.

DE LAS ALFOMBRAS

Supongamos que estamos parados, nosotros y nuestras cosas, sobre una gran alfombra. Y estamos parados tranquilos, cómodos, en un tapiz bonito. Cada tanto la aspiramos, cada tanto la barremos, cada tanto nos sentamos a contemplarla. El problema de las alfombras es que tienen un montón de mierda abajo. Cosas sucias que el dueño de casa no quiere que los invitados vean. Cada tanto la basura se porta y hace molde. Está ahí nomás, solita y nosotros ni nos damos cuenta. Cada otro tanto, la basura se deja ver en la alfombra y a veces solo turba la vista, a veces nos da un poquitito de alergia y a veces nos enferma sin más. Qué problemón.

DE LA MOVILIDAD DE LAS ALFOMBRAS

Otra característica de las alfombras, es que son móviles. Cada tanto el dueño de casa quiere poner un poco más de basura bajo ella y la tiene que levantar. Acá también el movimiento es relativo; capaz que tenemos suerte y no nos movemos mucho, capaz que no y nos caemos de boca. Puede ser, dadas esas casualidades, que quedemos tan desorientados que nuestras cosas nos resulten extrañas.
¿Y si el dueño de casa se despierta jodón? Pensalo así: el tipo ve un montón de seres haciendo su vida en la alfombra, se paran, bailan, cantan, viajan, levantan edificios, se aman y se matan. Seguro que al muy jodón le resulta increíblemente divertida la idea de agarrar cuidadósamente la alfombra por dos de sus extremos y tirar de ellos.

DE LA POST-MOVILIDAD DE LAS ALFOMBRAS

Entonces tira de ellos y ahí no hay suerte que valga. Te vas a ir de boca, te vas a caer. Vos, tus cosas y las del de al lado, ¡y ahí no hay tutía! Te jodiste. Te va a doler, vas a sangrar, vas a aspirar toda la basura que estaba debajo de la alfombra, la nariz se te va a tapar con el polvo que mordiste hace un rato, te vas a enfermar. Vas a sufrir. Entonces, cuando te cures, o mismo a la vez de que lo hagas, no vas a tener más remedio que empezar a armar todo de nuevo. La movilidad esta, no está regida por ningún tipo de ley. No hay teoría que postule un método de medir la histeria del dueño de casa y mucho menos hay una manera de prevenir que todo se venga abajo de manera violenta pero divertida a la vista. Si hay algo que podemos hacer, es buscar algo inamovible, tener con nosotros esas bases que nos permitan hacer todo de nuevo más rápido.

EPÍLOGO

Verán, nunca creí que lo que no me mataba me hacía más fuerte. Para mi lo que no nos mata nos desgasta y nos hace más amargos. Si fuera más fuerte tendría esperanzas de algo y podría salir adelante. Pero no, mi alfombra era bonita, me la movieron, me caí, me di de boca, me enfermé y ahora, haciendo uso de esas cosas inamovibles trato de hacer las cosas de nuevo. No soy más fuerte que antes. Tengo experiencia y no me afectan las mismas cosas, pero no soy un tipo más duro ni nada por el estilo. Soy más débil, diría yo. Pero che, andá a saber. Mientras vas, yo me voy a rehacer mi vida en la alfombra. Hasta que el dueño de casa se decida a moverla de nuevo. Seguro que será divertido.

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